Querido:


Desperté con la urgencia de escribirte, no sé bien por qué, ¿costumbre?, ¿masoquismo?, ¿estupidez en estado puro?, cual sea el caso tú sufres la misma porquería que yo porque enviaste un mensaje tan normal con los buenos días y los usuales buenos deseos (que odio que envíes porque parece que no tienes imaginación, todos los días el mismo mensaje) aun tras una enorme discusión sin motivo la noche anterior, ¿qué estamos haciendo?

Daño, esa es la pinta que tiene y a la única persona de confianza que sabe todo esto contigo, lo vio igual. ¿Ves que mal estamos?

No sé ni por qué te llamo querido al iniciar, si ya no se siente como tal, pero me digo a mí misma que es por cortesía, por ser una carta ¿sabes?, porque eso es esto, una más de las cartas que me dan por escribir y son tan públicas. 

Nunca las vas a leer así que no me preocupa lo más mínimo decir todo esto y que lo lean todos los demás menos tú, porque a ti te lo digo en la cara y aun así no entiendes. Porque soy yo quien escribe y aun así, yo, tampoco entiendo. Somos unos imbéciles certificados. 

Deseo mucho que te vayas.
En serio. Esta vez ya no bromeo.

Tal vez la distancia sea lo que nos ayude. 
O a mí, estoy segura que a mí me hará un bien infinito porque estando aquí, aun con mi línea trazada, la tentación a caer es muy fuerte, y a veces, por unos breves minutos me dejo ir, y te odio por no ser más fuerte que yo. Te odio porque haces que sienta que no soy suficiente para hacer que te abras conmigo, te odio porque me haces ver que no me quieres y en consecuencia yo no me quiera, no me respete como debería hacer porque lo valgo. Te odio porque haces que odie ser tan sentimental, tan primitiva, tan...tan poca cosa.

El odio es falso. No te odio. Es un modo de expresarme. No siento odio por ti. Sí odio una pequeña porción de mí, pero lo asimilo. 

Hoy he despertado con la certeza de no quererte más en mi vida. Lo dije anoche pero hoy tiene una fuerza incluso mayor. No quiero evitarte porque me siento responsable, ¿sabes? Fui yo quien perdió el orgullo para entablar comunicación contigo tras años, esos años en los que viví idealizándote, amo al hombre que eras, sufro por el hombre que eres. Estás tan roto...yo nunca me he considerado rota, pero sí dañada, con huecos en el alma, pero no rota. Quiero ayudarte pero no te dejas. Quiero conocer quién eres ahora. Quiero simplemente hablar. Pero tú...tú no lo permites. Y yo, yo ya no me voy a conformar con estar. No me voy a conformar más con ser un objeto y no un complemento. 

No soy una mala persona, ahora lo veo un poco más claro. Y merezco más. Quiero más. Mi lugar no está contigo. Ni aquí, ni dónde decidas ir. Ya no voy a intentar más. Porque todo el esfuerzo se me fue en ti. Ni siquiera por mí misma he hecho tanto como por ti, así que, amable conocido...vas a tener una buena vida, a tu gusto, con tu soledad, con tu modo huraño y con tus chistes sin sentido. Con tu resentimiento y con tu falta de intención. Pero yo, yo voy a centrarme en mí, en curarme y quererme, porque es hora, porque antes debo estar yo, para estar con los demás.

No borraré de mi memoria lo vivido, ni los sentimientos, lo bueno, lo malo y todo el pasado. La imagen que pintaste del futuro tampoco la eliminaré, porque en algo me va a servir. Todavía no sé en qué pero lo hará, y será bueno, para mí, de eso estoy segura.

Tal vez vuelva a escribirte. Tal vez no.
Por lo pronto, ten un buen viaje. 

Tuya, no más
Libni